Una vez que nuestro territorio, las instituciones, las familias y las personas se van reponiendo poco a poco de los desastres ocasionados por las lluvias torrenciales del pasado fin de semana, es momento de dejar patente otro desastre que también ha sucedido. Petronor ha tardado bien poco en poner en práctica la Autorización Ambiental Integrada que recientemente le ha otorgado el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco. Fiel a sus principios, ha utilizado uno de sus procedimientos más practicados: el pillaje medioambiental. Este domingo, aprovechando las inundaciones ocurridas en Muskiz, ha contribuido a la crecida del Barbadún vertiendo miles de metros cúbicos de residuos industriales oleaginosos directamente al río sin pasar por la estación depuradora. Los efectos son bien patentes en el punto de vertido habitual. Esperable la fechoría de Petronor y disparatada la gracia de la Consejera, que con una mano sostiene 44 pormenorizados compromisos ambientales para 2020 y con la otra avala al mayor infractor ecológico del país. Evidentemente, 2020 queda mucho más allá que el futuro político de la Consejera pero por corto que éste sea, es exigible un mínimo de rigor y dignidad para no participar de semejantes desafueros. Después de 40 años, es un poco tarde para tratar de vestir a esta mona petrolera de seda y menos actuando como sastre la Consejera de Medio Ambiente.
Blanca Nieves Laza
jueves, 7 de agosto de 2008
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